El 30 de noviembre de 1811, pocos meses antes de la toma de Soria por parte de las tropas
españolas al ejército napoleónico, acaeció en las inmediaciones del pueblo de
Osonilla una victoria clave, que llenaría de moral a las divisiones nacionales
que luchaban por el control de toda la provincia.
Junto con el
apoyo de las tropas del Batallón de Numantinos, Soria y la Rioja, el BrigadierJosé Durán, regresó desde Villalengua (Zaragoza) con el motivo de sorprender a un convoy de soldados franceses que regresaban de con
la recaudación de la Villa de Berlanga
de Duero y los cuales contaban con 1000
efectivos. Tras una breve batalla en Osonilla, el enemigo roto y desorganizado
fue perseguido hasta el pueblo de Navalcaballo, en donde dio por finalizada la
contienda con inmejorable resultado para los nuestros tal y como se relata en
el parte de guerra que el mismo Brigadier y el capitán general Joaquín Blake
relataron para el alto mando.
Retrato del Capitán General Joaquín Blake |
Excelentísimo Señor,
Cuanto me propuse en
el oficio que dirigí a V.E. con fecha 28 del próximo pasado desde Villalengua,
todo se verificó y aún más de mis
esperanzas: reunidas considerables fuerzas enemigas de ambas armas en número de
ocho mil hombres al mando del General de División Musnier Sobre Daroca y el
campo de Cariñena, no me era posible sostenerme a su frente con las mías, que
apenas llegaban a la cuarta parte, y así tuve que retirarme para observarlas
desde este punto.
Felizmente en esos
momentos me llegó un confidente con la noticia de que la guarnición de Soria
había salido con 800 de infantería (que fueron 1000) y de 70 a 80 caballos con
dirección a Berlanga, y con objeto de arruinar el país con sus robos
acostumbrados, que ya llegan a la clase de saqueo. El mal que preveía era
grande e inexplicable, Sr. Excmo.; mi presencia en Aragón en aquella sazón
inútil, y en los campos de Berlanga ó Caracena de la mayor importancia; pero
era menester vencer poderosos inconvenientes y volar, porque el tiempo debía
ser muy preciso. Formé el plan junto a los jefes, les comuniqué mis órdenes para
rapidez de la marcha e impedir todo aviso, facilité las raciones, puesto que
ofrecía bastante dificultad, y la emprendí para buscar a unos enemigos que se
hallaban a más de veinte leguas de distancia: se asombraron en los pueblos de
la provincia al verme en ella con las tropas de mi mando sin saber el objeto;
llegué a Almazán, sabía que los enemigos debían hacerlo en aquella noche a
Berlanga, y que para el día siguiente habían pedido raciones en el lugar de
Quintana Redonda; con estos antecedentes y sin perder de vista todas la
precauciones que exigía el caso para facilitarme noticias y evitarlas a los
enemigo, dispuse que la tropas saliesen a las dos de la mañana del 30 para
llegar al amanecer a aquel pueblo. Así se verificó; pero habiéndome adelantado
y observado, que aquel punto no ofrecía ventaja ni proporción para una sorpresa
y ataque decisivo; enterado de que en él se había mandado la reunión de
raciones, y de que en la ruta que debían de traer había un monte a la distancia
de una legua corta, donde podrían situarse las tropas oportunamente, determiné
que desde luego se dirigiesen con guías, como se hizo; verificándose la
colocación en el modo más ventajoso que ofrecía el terreno: el batallón de
Numantinos, emboscado sobre el frente del camino, a una corta distancia de la
entrada en el monte; el de Soria a su derecha a la izquierda Rioja, compañía de
artillería y la caballería: todos en bellas posiciones.
Un correo interceptado
escrito en la noche anterior por el comandante de la columna al de la guarnición,
en que la hablaba de su llegada a ella al día siguiente con los granos, efectos
y dos prisioneros brigantes empleados de
la Real Hacienda, que después fueron rescatados, me aseguró de que aquella
caminaba con la mayor tranquilidad y muy distante del suceso que la esperaba:
entre nueve y diez de la mañana se avistó como a la distancia de una legua;
arengué a las tropas que no necesitaban ser animadas pero si de contenerlas y
hacerlas concebir que debían observar el sagrado derecho de la humanidad con
aquellos mismos enemigos que jamás la habían usado con nosotros: se acercan por
fin, llegan al pueblo de Osonilla, se detienen en el para hacer un alto de
descanso y de refacción (Alimentarse) y una partida descubridora de caballería
que entró en el monte con el mayor descuido, advirtió sin duda la emboscada;
grita, retrocede y la alarma se hace general; salen nuestras valiente tropas
del monte , perdiendo la ventaja que este ofrecía a la llanura y pueblo donde
se refugiaban los enemigos; estos forman diestramente su columna, contienen con
una descarga por un momento el ímpetu de nuestra caballería y que había
arrollado mucha parte; la infantería se vio en la precisión de cargarse sobre
la derecha; forma allí la batalla, y aquellos llenos de terror determinan
abandonar el pueblo y emprender la marcha en su formación de columna apoyándose
sobre el monte, cargando a su vez ya la caballería y la infantería. Y en estos
movimientos alternativos el soldado español no perdonó al enemigo, y este se obstina
también en no querer ser perdonado: de aquí una mortandad espantosa y la escena
ofrecía a mi alma sensible un contraste penetrante; la victoria luchada con el
horror; la gloria por una parte, muerte por otra; seguiase el alcance de una
retirada precipitada; muchos de los franceses se dispersaron por el monte,
otros que se rendían disfrutaron ya la ventaja del cuartel, y no pocos quedaban
cadáveres sobre el camino; la persecución duró por espacio de tres leguas cortas,
y hasta el pueblo de Navalcaballo, distante una legua larga de Soria; allí
mande hacer alto y tocar llamada para la reunión en consideración al cansancio
de la tropa, la necesidad de tomar alimentos y porque la noche se aproximaba y
aun había que andar cuatro leguas para volver a Almazán: todo se verificó
satisfecho, yo de haber alcanzado una de aquellas victorias que pueden ocupar
un distinguido lugar entre las inmemorables , y asegurado de que mandaba unas
valiente tropas que no puedo bien elogiar.
El fruto de esta
jornada, que puede merecer el nombre de celebre por el modo en todas las
circunstancias por la ejecución y por el resultado, ha sido hacer perder a los
enemigos de la guarnición de Soria 600 hombres por lo menos, más de dos
terceras partes muertos entre ellos tres oficiales, muchos heridos habiendo
entrado en aquella capital 113, de los cuales habían muerto 12; y cuarenta y
seis prisioneros, que con los otros veinte que tengo en mi poder de las
funciones anteriores, remitiré a la disposición de V.E.
Croquis esquemático de los movimientos. Pulse en la foto para ampliar |
-Portal de Archivos Españoles (PARES) ; Acción de Osunilla, en las inmediaciones de Almazán, por las tropas del brigadier José Durán.
- Soria. Sus monumentos y artes. Don Nicolás Rabal. Pag xcv Introducción.