miércoles, 5 de septiembre de 2012

Despoblado de Pozuelo

Enclavado en un alto y entre los pueblos de Mosarejos, La Perera y Carrascosa de Abajo se encuentra lo que un día fue un pueblo agradable y modesto. El paso del tiempo ha hecho mella en los tejados de sus casas y en algunos de sus muros, los cuales no son albergados desde 1968 cuando sus últimos habitantes posiblemente marcharon en busca de más servicios y prestaciones.

Se puede acceder a este pueblo desde diversos lugares pero los más sencillos son los caminos desde La Perera y Mosarejos. Este último fue el que tomamos para llegar con nuestras bicicletas, pues su pendiente no es tan pronunciada y el camino está en muy buenas condiciones, no sin antes hacer una parada de avituallamiento en Galapagares pues el sol apretaba con dureza ese día .

                                       


En 1752 el catastro de Ensenada testimoniaba 14 casas en este lugar y ningún tipo de comercio salvo la agricultura la ganadería y la explotación de algunas colmenas.
Más tarde Pascual Madoz en 1849 daba cuenta de sus 44 vecinos, sin reseñar ninguna actividad fuera de las ya nombradas


La construcción mejor conservada es la iglesia, que rinde advocación a Santa María Magdalena. De aspecto sobrio, lo que un día fue un lugar de culto parece haberse transformado en un corral para el ganado. Sin duda costumbres no muy acertadas y que se repiten en diversos lugares, véase el caso de San Miguel en Gormaz o el castillo de Caracena entre otras. Dentro de la iglesia llama la atención la viga que se alza encima del coro en la que se puede leer con cierta dificultad el siguiente mensaje: "......... cura Regente D.Pedro Maestro Sanz y Alcalde D. Domingo de ........................ vecindario con 90 pesetas y sus trabajos. Año 1909....". Todo apunta a que es un reconocimiento a las personas que aportaron dinero para mejorar el templo.

Pegadas a la iglesia en la bajada de la ladera se encuentran algunas bodegas en estado ruinoso que en otro tiempo ayudaron a reposar el vino de la zona, también desde aquí se puede avistar el palomar que aguanta con dureza y como el resto del pueblo el paso del tiempo.Un lugar que nos muestra la cruda realidad que sufre la provincia y que nos hace reflexionar sobre las alternativas a tomar sobre este tema del cual depende el futuro de muchas zonas de la península.

Sin duda una buena excursión que terminó improvisadamente emulando los lances que mantenían sobre las dos ruedas Miguelon y Rominger pero con más irregularidades.

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